viernes, 21 de septiembre de 2007

Documento III para Evaluación Solemne

LA FE

La Fe, por ser una actitud tan a la base de la existencia humana y relacionarse con Cristo comprendido como el Mesías, hace quesea en muchos momentos muy difícil hablar de ella con profundidad. En el mundo actual resulta complejo hablar de la fe. Resulta para muchos un tema cuestionado, un código incomprensible y anticuado. Algunos han dicho que “el martirio de hoy es creer”. Se critica que muchos de los enunciados de la fe se encuentran lejos de la vida. La vida del hombre de hoy está marcada por una forma de ateísmo práctico que brota de una crónica indiferencia religiosa.

La Fe supone una iniciativa divina y una respuesta humana. “La iniciativa divina implica la revelación, a través de la cual habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora en ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum, 2).

La Fe es una actitud de adhesión a la verdad divina por la cual el hombre libremente se somete a lo que ha recibido por la Palabra escuchada. Esta es una obediencia que brota de la escucha (“ob audire”, seguir lo oído). Es por tanto, una opción fundamental por la cual se somete libremente el ser a una totalidad omniabarcante, y que le permite interpretar toda la vida. La Fe se constituye para el creyente en el criterio del discernimiento de todos los aspectos de su existencia.

La Fe constituye una verdad que sobrepasa nuestro entendimiento. Es una realidad que ilumina el corazón. Esta adhesión implica un acto de creer que no se construye sobre la base de elementos comprobables físicamente; sino sobre una verdad acogida en libertad. San Agustín decía: “la fe es creer lo que no ves”.


CARACTERÍSTICAS DE LA FE

1. Es un don de la gracia: La capacidad de adherir con toda la voluntad a la Palabra recibida es un don dado por Dios. Para dar esta respuesta es necesaria la gracia de Dios que auxilia, impulsando a la libertad humana para adherir. No se puede creer en Dios, si no le ha atraído.

2. Es un acto humano: El creer es también un acto auténticamente humano, pues implica libertad y el uso de la inteligencia. Creer no es un acto irracional, aunque la Fe no tiene su origen en la razón, esta hace razonable la Fe. La razón ayuda al hombre a hacer de la Fe algo creíble (El Papa Pablo VI tiene una frase muy lúcida al respecto: “…la fe no mortifica nuestro pensamiento, aunque no satisfaga su proceso natural, sino que lo habilita para un conocimiento, una certeza, un goce espiritual de grado superior al normal”).

De esta forma la Fe implica libertad, inteligencia y voluntad, todas capacidades propias del espíritu humano.

La inteligencia nos ayuda a descubrir motivos de credibilidad. Por sí misma no es causa para creer, pero coopera y dispone al movimiento de la Gracia. De tal forma, el acto de la Fe no es irracional o ciego para el espíritu. La comprensión de la Fe es realizada por el auxilio de la razón, y en la medida que se profundiza en su comprensión va creciendo la hondura de la Fe (San Anselmo de Canterbury, acuñó una definición clásica de lo que significa hacer teología, “fides quaerens intellectum”, la fe es desarrollada por la razón. Esta definición nos muestra la importancia que tiene la razón en el proceso de comprender la Fe. No es su origen, pero sí es su desarrollo).

San Agustín decía: “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.

3. Es la aceptación de la persona de Jesús y su Salvación: El centro de la Fe cristiana es Jesucristo. Él es el Salvador. Así el creyente se abre al camino de salvación gratuita que se establece es Cristo. Y la certeza de la Fe está en la Pascua de Cristo. Su resurrección es el punto de anclaje de la Fe en Cristo. Es la confirmación de todo lo que Jesús hizo y enseñó (Cfr. 1Cor 15, 14).

4. La Fe tiene una dinámica de desarrollo: Se constituye por un proceso que es acorde al desarrollo humano. En la disposición natural de la razón, la libre voluntad, hay etapas y niveles diversos que van haciendo de la Fe un camino que va progresando en adhesión, profundidad de comprensión e intensidad de unión.

5. Es un misterio: No es posible creer comprendiéndolo todo. Siempre quedarán muchos elementos que no son posibles de comprender con total radicalidad. La Fe se afirma en una determinada certeza, pero que responde a la verdad de un Dios trascendente que está más allá de todas nuestras comprensiones totales; vislumbramos, nos acercamos. Hablamos en lenguaje analógico, pero siempre habrá un grado que no logramos abordar. A esto en la teología se le denomina “misterio de fe”. El proceso teológico va realizando esta maduración de la Fe, ahonda en la comprensión de lo revelado.

Este proceso de comprensión es siempre inacabado. Nunca tendremos de Dios una comprensión total, pues es una realidad que absolutamente sobrepasa la capacidad humana de comprender. Sin embargo, es posible que la teología vaya desarrollando pequeños pasos de comprensión que siempre tendrán sus limitantes históricas y culturales.

6. Es un acto de amor fiel: La Fe implica un acto de la donación del ser a la verdad oída. Esto es un acto de amor que responde al “amor primero” de salvación, el amor de Dios. Nuestra Fe se constituye en una verdadera respuesta de amor oblativo.

Es la entrega del ser a acoger en nuestra existencia, la misma existencia de Cristo. San Agustín decía: “Hoc est enim credere in Christo diluyere Christum” (Esto es creer en Cristo, amar a Cristo).

El amor es fidelidad; de este modo nos lleva a permanecer fieles a la fe recibida y acogida, comprometiendo todo el hombre.

7. Se expresa en el obrar y en la oración

Es en la oración donde la fe alcanza su mayor densidad, pues la oración es el acto del encuentro diagonal entre Dios y el hombre. Así la oración vive la plenitud de la Fe. Por otra parte la Fe exige una actitud de vida propia del hombre marcada por el ejercicio de las convicciones espirituales, pues la Fe no es una cuestión teórica, sino que de vital implicancia histórica. La Fe se expresa en obras que son la forma de cómo el creyente interviene la historia según los criterios de Jesús, el Mesías.

La Fe es un acto vivo donde los actos humanos se transforman en expresión de sus convicciones. El negar con la conducta práctica las convicciones de la Fe, se produce un decaimiento de la misma.

8. Es un acto personal y comunitario

La Fe es una comunicación personal en una doble vertiente: a) “es entre personas” y b) “involucra una respuesta personal”.

Cuando decimos que es entre personas implica a la persona creatura y al Creador, que es persona trinitaria. El hombre entra en comunicación de fe con la familia trinitaria. Es una comunicación donde se asiste con lo propio de cada uno: el hombre con su finitud y Dios con su omnipotencia cercana. La Fe inicia el diálogo con Dios Trinitario.

Por otra parte, es un acto personal: implica un vínculo de autonomía del ser. La adhesión la debe hacer la persona libre y voluntariamente. La Fe no puede ser producto de una presión social o familiar, pues constituiría una violencia a la conciencia. Exige ser asumida por la persona como adhesión donativa. Así la Fe que puede provenir por una experiencia familiar, pero debe ser confirmada por la persona como adulto con un mínimo de dominio de sí.

9. La Fe se manifiesta en obras

El encuentro del hombre con Dios produce un cambio (conversión). Este cambio se expresa en su ser (experiencia de la Gracia) y en su hacer (consecuencias de la presencia de la Gracia en su vida). La Fe es un acto que compromete toda la vida de la persona. No es un acto parcial. La Fe exige que sea sólo una formulación intelectual del creer, sino que debe expresarse en las diversas dimensiones de lo que el hombre es.


LAS DIFICULTADES HISTÓRICAS DE LA FE

Si realizamos una mirada del desarrollo de la vida de la fe en la experiencia de la vida cristiana, nos encontramos que en diversos momentos la fe cristiana ha experimentado tensiones cuyas raíces, tienen que ver con tres grandes aspectos:

a) RAZÓN
b) LIBERTAD
c) OBRAS

Las exageraciones a favor y en desmedro de algunos de estos puntos en su relación con la fe, han llevado a diversas formas de herejías y errores, de los cuales algunos de ellos han tenido un fuerte impacto en la vida de la Iglesia. A modo de una presentación resumida de estas dificultades de la Fe podemos mencionar lo siguiente.

a. FE Y RAZÓN

La problemática de cuánto hay de racionalidad en la fe generó dos posturas extremas.

El fideísmo, que se encierra sólo en la Fe, desconociendo toda intervención de la razón en el proceso de comprensión de la Fe. Esta postura ha generado diversas corrientes de variadas formas de tradicionalismos.

Una forma intermedia y compleja ha sido el gnosticismo que agrupa diversas formas de conocimiento iluminado y también formas de racionalismos. En la historia se ha dado de formas muy diversas. Es una postura ecléctica, donde junto al dato de la revelación se han codificado otros datos provenientes de religiones naturales, escuelas filosóficas, etc.

Resulta interesante decir aquí que principalmente en el siglo II y III la gnosis fue una forma muy popular de comprender la religión y que tomó muchos elementos del cristianismo para mezclarlos con las religiones esotéricas antiguas y otros provenientes de la filosofía griega. Un gran defensor de la pureza de la fe cristiana fue el Obispo Irineo de Lyon.

Actualmente, podemos decir que una nueva forma de gnosis se presenta en el ambiente y que puede afectar a círculos creyentes, nos referimos al “New Age”. Si bien sus formas son muy variadas, tiene la estructura de una experiencia gnóstica importante entre las nuevas formas culturales.

El otro extremo ha sido el uso desmedido de la razón, como capaz de solucionarlo todo en el ámbito de la Fe. Esto se ha denominado racionalismo de la Fe. Así, la Fe queda reducida a un simple proceso de relaciones y conclusiones lógicas. Podemos decir que ha generado lo que podría ser denominado “teología atea”.

b. FE Y LIBERTAD

Hay una pregunta no fácil de responder por la teología: En la Fe, ¿cuánto es don de Dios y cuánto es acción del hombre? La acción humana, ¿tiene libertad si está movida por Dios? Son preguntas complejas que han dado diversos modos de comprensión. Podemos decir que se han dado dos importantes posturas en este punto.

Una maximización de la libertad, representada especialmente por las posturas de Pelagio, quien era un monje del siglo V que desarrolló un muy fuerte debate entre las relaciones y determinaciones que se producen entre la Fe, la Gracia y la Libertad Humana. Fueron sus seguidores los que tomaron aún posturas más extremas. San Agustín será uno de los grandes opositores a estas doctrinas surgidas, denominadas pelagianismo y semipelagionismo.

La postura de Pelagio acentúa la libertad radical del hombre frente a Dios. El hombre en Adán hizo un mal uso de la libertad, pero el “buen ejemplo de Cristo al usar la libertad” le ha enseñado al hombre llegar libremente hasta Dios. De esta forma desconoce la necesidad de la Gracia para tener Fe, reduciéndola a una posibilidad que depende del libre querer humano. El Concilio Ecuménico de Cartago (año 418 d.C.) estableció que la Gracia es necesaria para la salvación, el perdón de los pecados y el ejercicio de la fe.

Otra postura ha sido la minimización de la libertad, representada por una postura de la doctrina de Martín Lutero. Para Lutero la corrupción del hombre por el pecado ha sido tan grande, que no es posible vislumbrar en el hombre ninguna capacidad humana para inclinarse hacia Dios. Sólo es la acción de la Gracia de Dios la que produce la salvación y el acto de la Fe. Por lo tanto, el acto de la Fe es un don, pero ¡donde el hombre el hombre no tiene ninguna participación libre!

c. FE Y OBRAS

El tema del hacer humano (obras) y la Fe, ha sido también un punto que ha generado muchas posturas complejas y difíciles. El problema radica en una pregunta: ¿Qué es primero, la Gracia o la Acción Humana? Por ello que este problema está muy estrechamente ligado al tema de la libertad y la Gracia. En este punto podemos mencionar dos posturas extremas.

La acción humana como principio está representada por el pensamiento de Pelagio: Es por un acto totalmente libre del hombre que éste adhiere a la fe, y esta adhesión produce, por las obras que él mismo realiza, la conquista de la Gracia. En otras palabras son las buenas obras humanas las que consiguen la Gracia de la Salvación por parte de Dios. La Fe sería producto de lo que el hombre conquista… Es una tarea que logra el hombre por sus propios medios.


Sólo el principio de la acción divina está representado por el pensamiento luterano. El hombre no tiene ninguna posibilidad de adherir a Dios. Dios es el que baja al hombre. La razón nada puede comprender y alcanzar de Dios. Sólo la Fe que es dada por Dios. Tiene una mirada muy pesimista del hombre. Las obras no tienen ningún valor en el camino de la Salvación. Dios llega con su Gracia y cubre por Fe lo que el hombre es: un ser corrompido por el pecado.

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